miércoles, 10 de noviembre de 2010

La llama

La luz de la única vela que quedaba iluminaba su cara. Estaba asustada, realmente asustada. Miraba con inquietud como la pequeña llama luchaba por iluminar la estancia. Parecía que si cometía la imprudencia de dejar de mirarla, ésta dejaría de luchar y se apagaría. 

Yo sin embargo, estaba pendiente de ella.  Estábamos muy juntos, sentados en el suelo, de frente a la maldita puerta de la habitación. No podía dejar de mirarla. Sentía como su menudo cuerpo temblaba junto al mío.  En un alarde de valor, pasé mi brazo por encima de sus hombros; deseaba con toda mi alma que dejara de tener tanto miedo. No se inmutó. Sus ojos seguían hipnóticos la danzarina llama. 

Crujido. Otro crujido. Pisadas desde el exterior. El pomo de la puerta comenzó a girar. Shura desvió rápida su mirada hacia la puerta, y en ese momento, la vela, se apagó.

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