lunes, 1 de noviembre de 2010

El regalo

En cuanto abrió la puerta salí corriendo. No podía parar de correr. Que sensación tan agradable. El viento me acariciaba y mil olores llegaban desde diferentes direcciones a mi ya desentrenada nariz.  Estaba en el campo. Las flores me rodeaban sospechosas. Se movían grácilmente agitadas por la brisa de la tarde. Ese movimiento era hipnotizador. No podía parar de mirarlas, sobre todo a una de ellas. Grande, hermosa y bailarina.  Parecía retarme. 

Me preparé. La miré fijamente aceptando su desafío… y me lancé sobre ella feroz.  
Luchamos durante un rato, era fuerte, pero vencí. 

Cuando volví a casa, mi amo se sorprendió del regalo que le llevaba.
 ¿Y que esperaba? ¡Solo soy un pequeño cachorro de gato!

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